Con tantos escritores pensando en
la Literatura con mayúscula, el sencillo y poco pretencioso atributo de la
anécdota ha caído en desuso. Así las novelas se llenan de metáforas
rimbombantes y voces “narrativas” de lenguaje florido ensartan imágenes una
tras otra que causan en los lectores la ansiedad de tener que parecer
inteligentes incluso durante el íntimo y solitario acto de la lectura. A mi me parece
un insulto como lectora que un autor menosprecie la anécdota, porque es de
contar anécdotas que se originó el
oficio y el arte de escribir. Eran narraciones
de eventos que la tribu quería conocer. Me parece que las historias sin anécdotas
son tan vacías como el sexo sin ganas.
¡Buen punto! Digno de ser meditado.
ResponderEliminarMe gusta la comparación, muy puntual.
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