Nacido en la República Checa en 1929, Milan Kundera fue al
principio un entusiasta de la ideología comunista y se unió al partido de esta
denominación cuando aún era joven, a finales de la década de los cuarenta. Pero en la década de los años cincuenta tuvo frecuentes problemas. La dirigencia del partido lo condenaba por hacer lo que hacen
los escritores: proponer puntos de vista propios y autónomos. Esta situación se
profundizó cuando el autor publicó su primer poemario, en 1953. Casi una década
después, en 1962, quiso publicar su primera novela y sus desavenencias con el régimen
fueron definitivas.
En La broma la
vida de un joven en la Checoslovaquia comunista queda arruinada cuando la policía
del Estado intercepta le escribe a una novia en una postal una ironía que
comienza con la frase: “El optimismo es el opio del pueblo”. Durante seis años,
la censura checa previno la publicación de este libro, que finalmente llegó a
las librerías en 1967, meses antes de que estallara en 1968 la Primavera de Praga, movimiento cultural reformista del que Kundera era uno de los líderes intelectuales.
No es raro, entonces, que esta obra se convirtiera en la más importante de esa
temporada y la primera que salió de las librerías tan pronto los tanques
enviados por Stalin para apagar la protesta se asentaron en la capital del país
europeo.
La broma, aquel libro suyo que tantos problemas le causó, se reeditó después
del éxito arrollador que adquiriera en la década de los ochenta La insoportable levedad del ser. Desde
la década de los años setenta este autor vive en Francia. Apenas hace una década
se permitió en su país natal la venta de La
insoportable levedad del ser, su bestseller.
Kundera, se imaginarán, ya no tiene ánimos para volver a su país. Tiene 85 años
de edad.