Con dos círculos unidos en una tangente, la maestra dibujó sobre
el pizarrón un hombre gordo, con dos puntitos de ojos mirando hacia el cielo y
abriendo su bocaza, que era una pequeña elipse en la punta del círculo más
pequeño.
Arriba dibujó una sucesión de semicírculos que imitaban las
versiones más simples de las nubes y sobre éstas pintó a un hombre sentado y
otro parado. Como la pizarra no era tan grande, solo pudo llegar a completar
las dos imágenes humanas hasta las caderas. Estaban vestidos con las túnicas de
los protagonistas de los evangelios.
Luego nos explicó la parábola del rico Epulón y del pobre Lázaro,
cuya enseñanza moral radica en que se castigó con los tormentos del infierno a Epulón,
“un hombre rico que hacía “cada día banquete con esplendidez”, (Lucas 16, 19-31)
y se premia con el cielo al mendigo Lázaro que vivía “echado a la puerta de
aquel, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa
del rico”. Cuando Epulón pidió a Abraham que Lázaro mojara sus labios con agua
para refrescar el calor de infierno, este se negó: “acuérdate de que recibiste
tus bienes en tu vida, y Lázaro, males; pero ahora este es consolado aquí, y tú
atormentado”.
Como tengo vocación de gordita, la imagen del hombre que no
podía ni comer migajas siempre me mortificó, pero no había vuelto a pensar en
ello hasta que leí que la Asamblea Nacional aprobó un crédito adicional de
118.394.640,06 dólares para el Complejo Editorial Alfredo Maneiro (CEAM), que
imprime periódicos oficialistas como El Correo
del Orinoco y Ciudad Caracas,
entre otros.
La cantidad autorizada por la AN es diez millones de dólares
más que el total de las divisas aprobadas por Cadivi en 2013 para la
importación de papel. No me queda claro si esto es un aporte extraordinario o
es la totalidad del presupuesto del organismo que en febrero fue adscrito al
Despacho de la Presidencia –por lo cual importa papel periódico a precios
preferenciales– y al mismo que en octubre de 2013 le fueron asignados
22.533.313 bolívares.
El CEAM parece llamado a ser el “policía bueno” –¿el
centurión que reparte las migajas de la mesa de Epulón?– de la crisis de papel,
pues recientemente, auxilió a media centena de diarios de provincia, como
resultado de las negociaciones con la Cámara de Periódicos Regionales.
Enhorabuena
Ahora, yo me
pregunto: ¿no era más fácil y barato terminar de asignar los dólares aprobados
por Cadivi en 2013?
Me parece que estamos ante un nuevo esquema de dominación
financiera de las empresas editoriales privadas. No en balde, el decreto 766 de
la Gaceta Oficial número 40.346, que oficializa la vinculación del CEAM con el
despacho presidencial, señala que la resolución busca “propulsar la
transformación del sistema económico “ hacia el socialismo bolivariano –sea lo que
sea que esto quiere decir–, “acelerar la recuperación de la economía nacional,
por lo cual se trata de incrementar la capacidad de la producción nacional” y la
“distribución de bienes culturales a nivel nacional [sic.] y en particular el
aumento de la producción de libros y revistas”.
El martes, el diputado del Psuv por el estado Anzoátegui,
Earle Herrera hizo hincapié en que en el CEAM también “se imprimen 20 millones
de libros, para acabar con el monopolio privado del sector”.
Las ideas de
Herrera y los deseos expresados por el Presidente “con el supremo compromiso y
voluntad de lograr la mayor eficacia política” en la Gaceta Oficial son (cuando
menos) cándidos, pues Cifras del Centro Nacional del Libro indican que los
venezolanos no leen la producción editorial patrocinada por el Estado. En
la Encuestadel Comportamiento Lector, Acceso al Libro y la Lectura en Venezuela,
publicada en 2012, un 81,2% de los encuestados declaró no haber recibido nunca
un libro del Estado –lo que incluye textos editados por Monte Ávila, El Perro y
la Rana, la Fundación Ayacucho–. Es decir, los libros que ya se encuentran
circulando por el país de las editoriales estatales no reciben atención de los
lectores. ¿No es más útil y económico fortalecer los planes de lectura? ¿Dotar
a las bibliotecas?
Como nada es casual en política, no creo en la candidez de
ningún gobierno. Y pienso que la asignación al CEAM es una estrategia para
organizar la dotación de los diarios de provincia y algunos otros de tirajes
limitados en el país, pero no es una ayuda ni para el sector editorial ni para
los lectores. En el caso de la supuesta edición de 20 millones de libros
–¿quiénes escriben estos títulos?, ¿quiénes los corrigen?, ¿quiénes los
editan?, ¿cuál es el aporte que estos hacen a la discusión intelectual del
país?–, no se trata de un complicado esquema para ideologizar a los lectores
como algunos paranoicos piensan, ya hace años que pasamos ese puno en la
Revolución Bolivariana, creo que se trata de construir una cortina de papel
para cubrir que el impacto que las dificultades para adquirir divisas están
teniendo sobre los precios de los libros es, en última instancia, culpa de las
torpes políticas culturales y financieras del chavismo.
De ese banquete de papel los diarios de provincia están
recibiendo las migajas que caen de la mesa de Epulón, para que luego, cuando
vengan los calorones del infierno, no venga nadie a decir que no se hizo nada
para ayudar a la empresa privada o que este gobierno es –¡Ave María Purísima!–
antiintelectual.