martes, 10 de abril de 2012
Mises y Dulcineas
La (aparentemente inofensiva) obsesión nacional por los concursos de belleza y las mises que –a través de la televisión llega a molestar a las mujeres hasta en la comodidad de su hogar– puede leerse como una extensión
del mismo mito del héroe privilegiado en el imaginario colectivo de los venezolanos (con sus mesías, sus militares y, por supuesto, el nunca mejor ponderado Simón Bolívar junto a su cohorte de próceres) en el sentido de
que propone a la mujer bella, el arquetipo de doncella, como la compañía del valentón perpetuamente amotinado en nombre de una supuesta justicia que en este páis llamamos héroe. Si Venezuela es la patria de los hombres-Quijote ¿no le corresponde también
ser un país de dulcineas? Así que de alguna manera las mises (o las aspirantes a) también tienen pretenciones literarias: Y ¿qué mejor utopía de letras que Dulcinea, aunque para eso tengan que ponerse un par de implantes?
jueves, 5 de abril de 2012
Cine de escritor
Amanecí pensando en el fenómeno de la perdurabilidad. Anoche,
una cifra me acompañó a la cama: en 2006 se presentaron en el país 14 películas
venezolanas, el doble que el año anterior. Sin embargo, por más que trato,
cuando comienzo a contar directores de cine nacional, no paso de los dedos de
una mano, y eso porque a muchos los conozco personalmente. En el caso de la
literatura también ocurrió algo por el estilo. En un mercado agobiado por la
difícil adquisición de dólares preferenciales, las editoriales trasnacionales,
por fin, volcaron la mirada a los autores nacionales. Y comenzó lo que los
periodistas nos regodeamos en llamar el boom literario nacional. Y ahora me parece
que no era ningún boom. Cuatro años después pueden verse los resultados. No
tengo nada en contra de que se publiquen muchos libro y de que se estrenen
muchas películas, pero me pregunto ¿cuántas serán perdurables? En el caso de
los libros si hay (pocos) ejemplos notables en este sentido que ahora no voy a
enumerar, pero que quedarán allí. De esto, lo que verdaderamente me preocupa
son los creadores de una sola obra. Mucha de esa bonanza creativa de años
anteriores se refería a artistas emergentes que probaban suertes con la ópera prima. ¿Y después de la primera
obra qué? Justamente esa primera presentación a la sociedad debería servir para
despojarnos de pruritos y permitirnos continuar creando. Claro que sería una
estupidez pretender que alguien trabaje proponiéndose obras perdurables. Pero no
se puede hablar “autor” o de “cine de”, hasta que no proliferen las obras
individuales que atestigüen una visión particular de la realidad. ¿No les
parece? Por eso, creo que existe una gran diferencia entre los escritores y los
autores.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)