La inocencia de una niña es una convención tan falsa como
incómoda. Aunque el desarrollo de la psicología ha permitido determinar que los
impulsos primitivos están en infantes tanto como en adultos, la sociedad se
empeña en asumir el candor de las niñas. Si los educadores han puesto tanto
énfasis en proclamar la inocencia de las hijas es porque, a igual que se evitan
explicaciones incómodas, también esconden los impulsos que terminarán convirtiéndolas
en mujeres. La banalización de la niñez y el encubrimiento de las vinculaciones
entre los deseos y lo femenino termina por erigirse como una forma de violencia
contra las futuras mujeres pues esas mojigaterías permiten la construcción de
entramados culturales dentro de los cuales ellas son socializadas dentro del estatus quo masculino.
jueves, 11 de septiembre de 2014
lunes, 1 de septiembre de 2014
Milan Kundera, al centro
“Me veo a mí mismo como uno de los últimos artistas de la gran cultura centroeuropea, que está a punto de ser masacrada. Porque lo que está pasando en Europa Central es precisamente la masacre de su cultura. Imagine que a principios de siglo la cultura centroeuropea era el verdadero centro de la cultura europea. Todo proviene de allí: el psicoanálisis, el estructuralismo, la dodecafonía, el teatro del absurdo... Todo ello está a punto de terminar porque esta parte de Occidente está incluida en otra civilización, el Este. El choque cultural es aún más fuerte que el político”, dijo Milan Kundera en una de las últimas entrevistas que concedió hace unos 30 años. Y cuánta razón tiene todavía.
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