miércoles, 21 de agosto de 2013

Escoger el impulso (Notas sobre la escritura I)


Esto he tratado de explicárselo con persistencia a mi familia y a ciertos amigos: uno no escoge la escritura como lo hace, digamos, con el Derecho, la Administración o la Ingeniería. Es una decisión de vida y no de carrera: influye no sólo cómo percibimos dinero por nuestro trabajo sino nuestra rutina, la manera de ver el mundo y hasta la elección de pareja.
No se trata tampoco de que “la escritura lo escoja a uno”, como dice la gente cursi, incluyendo a muchos que se dedican a esto. No. El impulso de escribir con la esperanza de que otra persona lea lo puesto sobre el papel (o la pantalla del computador) se refiere a una inclinación que al principio no tiene que ver con combinar palabras para crear oraciones y párrafos. Ese impulso comienza con la obsesión sobre algunos temas, con una mirada hacia la realidad que va a contracorriente del ambiente y siempre está lista para puntualizar qué está mal. Por eso creo que la escritura es una herramienta de la intelectualidad.
Yo entendí que había escogido la escritura cuando comencé a darme cuenta que existe una especie de alegría que se articula dentro de mí cuando he pasado horas creando mundos ficticios. No había otro procedimiento que me produjera un goce similar. Y aquello venía encadenado a lo otro. La manera de ver la vida siempre desde su lugar más crítico, que me resta los amigos. Y las dificultades de optar por la escritura, que me mantiene cuestionándome cómo fue que dejé que el impulso de pensar me gobernara la vida. ¡Y tan fácil que era lo otro!

1 comentario:

La Rorra dijo...

El poema Rutina de Héctor Abad Faciolince dice casi al final:
"Y escribir cada día,
ganar la lotería
de al menos una frase
que nadie ha dicho nunca,
tener un pensamiento
que todos han tenido,
pero decirlo bien
con todas las vocales,
con todos los sonidos,
con todos los sentidos.
Lograr que la aventura de tu vida
esté en las páginas que escribes,
en los ojos que ahora
pulen un heptasílabo,
quitan o ponen una coma, una tilde, un acento,
en los ojos que ahora se detienen
complacidos tal vez
o entretenidos
en un punto, este punto"