viernes, 29 de julio de 2011

Leer parada.

Cuando el público, movido por la arrobadora actuación de un ejecutante, quiere reconocerlo aplaude de pie. Pero, ¿Qué pasa cuando nos encontramos con una obra mala? En mi caso, que tengo que leer constantemente innumerables publicaciones deficientes y reflexionar sobre ellas por escrito, he descubierto que estar parada no es una demostración de admiración al talento. Tengo que leer ciertas obras de pie para no dormirme, porque aunque la vorágine de la crítica periodística siempre apremia, mis sentidos no están conscientes de ello y me traicionan. Así que si un día me ven leyendo de pie, supongan que preferiría alejarme del autor que me ocupa.

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