Dice el lugar común que la esperanza es lo último que se pierde.
Ahora que a la
obligación de las editoriales a pedir un certificado de insuficiencia o de no
producción nacional ante el Ministerio de Comercio para conseguir dólares
Cadivi se le suma la imposibilidad de las imprentas para obtener papel, el
sector vive su amenaza más grande: que debido al incremento colosal y súbito del
precio de los libros –en 6 meses ha subido en 50%–, se revierta el gran logro
de la literatura nacional en las dos décadas más recientes: sumar lectores.
Habrá quienes
que tachen de optimista, pero resulta que obsesionados con los asuntos más
urgentes de nuestra crisis política y financiera, los venezolanos hemos dejado de
leer las buenas noticias. En 2012, la Encuesta del Comportamiento Lector,
Acceso al Libro y la Lectura en Venezuela, publicada por el Centro Nacional del
Libro revelaba que 82,5% de los consultados dijo leer algún tipo de publicación
y 50,2% señaló su preferencia por los libros. El estudio concluye que en el
país se leen anualmente entre 2 y 4 libros per cápita, lo cual, contrastado con
datos del estudio del Centro Regional para el Fomento del Libro en América
Latina y el Caribe, titulado Comportamiento del Lector y Hábitos de Lectura: una Comparación de Resultados en AlgunosPaíses de América Latina, coloca a Venezuela por encima de Colombia y
México, naciones donde se leen 2,2 y 2,9 publicaciones promedio al año, y la
equipara con las cifras de Brasil.
Si en Venezuela las
cifras de adquisición de publicaciones son comparables a las otros países con tradiciones
literarias más fuertes, como Colombia y México, qué duda cabe que cuando la
tormenta política pase y la situación económica se estabilice podamos ver también nuestra tradición literaria
fortalecida por la cantidad de personas interesadas en leer-se.
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