jueves, 23 de octubre de 2008

Vampiros muerden las librerías


EL NACIONAL - SÁBADO 18 DE OCTUBRE DE 2008 CULTURA/6

Cultura

SAGA Crepúsculo, Luna nueva, Eclipse y Amanecer son los primeros títulos de la colección sobre jóvenes chupa-sangre

Vampiros muerden las librerías
El fallido sadismo de Stephenie Meyer inspira una serie que compite con la magia de Harry Potter

(Imagen del Blog: Vampire Blog)

MICHELLE ROCHE RODRÍGUEZ
mroche@el-nacional.com

La leyenda del vampiro es inmortal en el imaginario colectivo. El retorcido fundamento de la popularidad del vampirismo es que representa una patología del humano: el sadismo oral, o deseo de lastimar a otros con la boca. Según Sigmund Freud, ésta es una aberración del "estadio oral" (el más primitivo del desarrollo psicosexual de las personas) asociado con la lactancia materna. Ocurre cuando el bebé saca sus primeros dientes y, al morder el pecho de su madre para comer, siente placer en el dolor que le produce. Desde las comunidades europeas medievales, cuando el chupa-sangre era el Diablo, hasta la sociedad de la Ilustración, cuando el conde Drácula se hizo la imagen críptica de la sexualidad victoriana, el vampiro ha encarnado la brutalidad de los impulsos más íntimos del ser humano frente a las intenciones civilizadoras de la modernidad.

Un ejemplo interesante de la fascinación que genera el vampirismo en las personas son los libros para adolescentes de Stephanie Meyer, una ama de casa mormona que alcanzó el estrellato editorial en 2005 cuando publicó su primera novela, Crepúsculo, una historia de amor entre una adolescente y un vampiro. Las secuelas, Luna nueva, Eclipse y Amanecer, continuaron cosechando éxitos.

Cuando su madre se vuelve a casar, Isabella (Bella) Swan se muda con su papá a un aburrido pueblo. Allí se enamora del chico peligroso de su clase, Edward Cullen. Aún sabiendo que es un vampiro, Bella persiste: "No podía hacer nada con mi aterrador secreto, ya que cuando pensaba en él, en su voz, sus ojos hipnóticos y la magnética fuerza de su personalidad, no quería otra cosa que estar con él de inmediato, incluso si... Pero no podía pensar en ello".

Luna nueva (2006), el segundo libro, explica cómo Edward abandonó a Bella para salvarla; y cómo ella, deprimida por su ausencia, se hace amiga de un licántropo –enemigo natural de los vampiros–.

La tercera entrega, Eclipse, fue publicada el año pasado.

Comienza con la vuelta de Edward. Narra la historia de la lucha entre malévolos vampiros neófitos (recién convertidos) y lo buenos, como los Cullen, que se ven obligados a unirse con los licántropos.

El cuarto tomo, Amanecer, acaba de ser editado en castellano –sólo meses después de su publicación en inglés–. Ya está en las librerías venezolanas, donde pueden comprarse todos los tomos por paquete. El último libro relata la unión definitiva entre Edward y Bella. Su prefacio es revelador: "Cuando amas a tu posible asesino te quedas sin opciones. (...) Si la vida es todo cuanto puedes darle al ser que más adoras ¿por qué no entregársela?" Esta historia de a m o r e n t re u n vampiro bueno y una empecinada humana se parece bastante al argumento de las primeras novelas de la saga Sookie Stackhouse –una colección de ocho bestsellers que se publica desde 2001–, escritas por Charlaine Harris.

En estos libros se basa la nueva serie de HBO, True Blood (dirigida pr Allan Ball, el mismo de American Beau ty), que detalla la coexistencia de vampiros con humanos en la compleja sociedad del sur de Estados Unidos.

El erotismo de la abstinencia. ¿Cómo no enamorarse de un superhombre que, en situaciones difíciles, se mueve como un bólido y demuestra fuerza excesiva? Edward no respira, duerme ni envejece. Como los de su estirpe, su piel es pálida y gélida. Es, sin embargo, un Nosferatu para la pacata sociedad estadounidense pues, al exponerse al sol, en lugar de freírse cual tocineta... ¡brilla! –detalle que haría a F. W. Murnau entrar en cólera–.

La escritora convierte en un ser bonachón a quien otrora representaba al demonio: Edward no bebe sangre humana, se alimenta de la caza de animales salvajes. ¡Buuu! ¿Y qué fue del placer erótico de la mordida? ¿De aquel tour de force que inmortalizó a Bela Lugosi como el hombre más apetecible del celuloide? La tensión dramática en la saga de Meyer es consecuencia de los actos de autocontrol que Edward tiene que efectuar para no morder a su novia. El tema es el poder de la elección moral, y no la permanencia de los instintos básicos en las sociedades modernas, lo cual es típico del vampirismo.

El género de la saga, literatura juvenil, arrebata el último placer oscuro de la leyenda: el sexo. "Puedes ir a cualquier parte para conseguir sexo gráfico –dijo Meyer a la revista Times–, pero es más difícil encontrar el romance que se limita a agarrase las manos". La autora, por su religión y su carácter, no es dada a los excesos: no bebe alcohol ni ve películas pornográficas. Resulta insólito, sin embargo, que declare que se parece más en el aspecto moral al vampiro Edward que a Bella, a quien describe como su retrato.

Ángel o demonio, Meyer consiguió anotar su nombre en la insólita bibliografía universal, en algún lado entre Anne Rice y J. K. Rowling.
NOTA POST EDICIÓN: Crepúsculo se estrena en Venezuela el 19 de diciembre

Crónica de la visita de Carmen Maura a Venezuela


EL NACIONAL - JUEVES 16 DE OCTUBRE DE 2008 ESCENAS/1
(fotografía tomada de Internet: http://www.basecine.net/caratulas/ataquenervios.jpg)
Escenas

Maura: "Un rodaje es como una misa"
La actriz española vivió la incomodad deliciosa de ser una celebridad y, aunque estuvo al borde de un ataque de nervios, se fue enamorada del físico de sus colegas venezolanos



MICHELLE ROCHE RODRÍGUEZ
mroche@el-nacional.com

"Me disculpas que me haya ido así anoche, Ignacio, pero es que no estoy acostumbrada a eso. Imagínate, gente tomándome fotos con cámaras... hasta con móviles. ¡Me dio como una cosa! Me tuve que ir." Así saluda Carmen Maura a Ignacio Castillo, director de La virgen negra.

A ella se le notan sus 63 años de edad en las ojeras y la ropa ajustada –una falda marrón de flores blancas a la rodilla, una camisa brillante y un chal ladrillo sobre los hombros–.

Castillo lleva sus 24 años de edad metidos en una Lacoste holgada que cae sobre sus jeans. Él no sabe sino sonreírle pues, en el momento, una turba de fotógrafos emerge para rodearlos. Están parados en la antesala al salón Río Rupunumi del hotel Meliá. Son las 10:15 am y la rueda de prensa está por comenzar.

Al disculparse con Castillo, la actriz española se refería a una escena de la noche anterior, durante el estreno de la película, cuando su presencia opacó la de cualquier otra personalidad –y había varias–.

Antes de comenzar la función se le acercaba gente a presentarle a su familia, a felicitarla por sus actuaciones, a tomarse una foto con ella, como se hace en Disney World. Un hombre le pidió un autógrafo diciéndole: "Me encantó tu papel en Ha ble con ella". Sin levantar la cara de la hoja, Maura respondió: "Pues será en Volver, porque yo no estuve en ésa".

Sí, la popularidad del director Pedro Almodóvar es su sombra. La intérprete lo llama "estigma". "Lo de Almodóvar me cansa un poco –dijo durante la rueda de prensa–. Mi reencuentro con él en relación director-actriz (en Volver) fue como siempre: el papel salió fenomenal, no tuve que ensayar ni un solo día y todo perfecto. Pero la amistad es imposible de recuperar. Estamos en distintos mundos y tenemos maneras diferentes de ver la vida. No es, para nada, el chico que yo conocí. No es de los directores con los que más me apetezca trabajar, pero si me llama para hacer un personaje difícil, porque no tiene quien lo haga, lo haré." No le gustan los aspavientos del star-system; eso es para la "otra Carmen", la actriz. Por eso odia Los Ángeles. "Hollywood me hubiera interesado si me hubieran ofrecido papelones, pero no ocurrió". Conoció el lugar con Antonio Banderas, cuando hicieron Mujeres al borde de un ataque de nervios.

"Antonio me recogió en mi hotel con un descapotable y todo el pelo para atrás. Me decía: `¡Éste es mi sitio!’ Yo no entendía qué le veía él". Le aconsejaron que se quedara unos meses, buscara un agente e hiciera contactos. "Respondí que estaría encantada de volver si me llamaban para trabajar, pero que no iba, con la edad que tenía, a empezar una lucha de cero, porque ya había luchado por mi carrera, que no se hizo en un día".

La diva blanca. En La virgen negra la actriz representó a la señora Isabel, fundadora del Pueblo de Negros, lugar donde transcurre la historia –Castillo explica que no hay una simbología específica detrás del nombre, así como tampoco hay nada detrás de la piel de la deidad–.

Maura aceptó el papel porque la cautivó el guión "estilo realismo mágico". Explicó que la película, "como parece un cuento", puede pegar en Europa. Interrogada acerca de su remuneración por este personaje, responde molesta: "No hice ningún sacrificio".

Recalca que disfrutó trabajar con Castillo, en quien asegura que ve potencial –y así debe ser, porque el realizador está a punto de publicar su primera novela, Penélope, con Random House Mondadori, y se prepara para comenzar el rodaje de su próxima cinta: La muerte de Márquez–.

A la actriz se le nota que da todo en caliente, sobre el set; pero, luego de terminar sus papeles los olvida rápido. "Un rodaje es como una misa, pero cuando los termino me corto el pelo y boto los guiones".

Señala que esto es una estrategia para no pegarse con los personajes.

"Bueno, chicos, esto se acabó", dice Maura para terminar la rueda de prensa, y deja caer sus palmas sobre la mesa. Acomoda su cartera y se levanta; mientras, Castillo contesta la última pregunta. Luego desaparece, dejando a periodistas de la radio con la palabra en la boca. Vuelve para dar respuestas lacónicas. Después pregunta: "¿Y para mí no hay café? ¿Dónde está el chico que lo servía?" El director concede: "Carmen Maura es una diva, porque producción tiene que estar pendiente de ella todo el tiempo". Sin embargo, agrega que la "diva" lo asesoró bastante –algo que hacía con Almodóvar en su época–. Incluso, refirió una anécdota jocosa de cuando lo acompañó a buscar una locación en las costas de Choroní y se encontraron con una marea inusualmente picada.