miércoles, 22 de diciembre de 2010

Multitudes y amores

La multitud errante es la historia de dos obsesiones románticas: la pasión edípica de Siete por Tres por su desaparecida madre adoptiva y la de la narradora que lo ve vagar detrás de un recuerdo. Como la tranquilidad, que es la utpía de los desplazados por la violencia, la madre es la utopía de lo inalcanzable que se alza sobre la narradora como una rival imbatible durante la centena de páginas que ocupa la novela. “Concebida en el aire por un hombre que a lo largo de su vida la ha ido moldeando a su imagen y semejanza, hasta hacerla encajar en el tamaño exacto de su recuerdo, de su culpa y de su deseo”.

Pero es Laura Restrepo la que escribe y, como era de esperarse, la historia termin a por convertirse en una fábula donde el amor es la excusa para mirar las carencias de aquellos que viven “en el envés de la realidad, donde se extiende en silencio, a la sombra de la raquítica patria oficial, el inconmensurable continente clandestino de los parias”.

martes, 14 de diciembre de 2010

Balsas, pantanos y mareas

La embarcación proverbial del latinoamericano es la balsa, que no tiene proa ni popa. El cuerpo de agua de nosotros no es ni el mar ni el río, es el pantano; ni lo bastante húmedo para alimentarnos, ni bastante firme para sostenernos”.

Ignacio Padilla, autor de La isla de las tribus perdidas

lunes, 13 de diciembre de 2010

Cronopios y famas

Cada cronopio vale tres famas. El problema para entender esta simple operación aritmética es que cada cronopio tiene un fama, y solo uno, que le importa. El resto de los famas, como personajes tautológicos que son, existe sólo para mantener la ecuación por la que un cronopio vale un trío de famas.

En otras palabras: un cronopio vale el fama de sus tormentos, a la que ha sobredimensionado pero que no repara mucho en él, el que vive para hacerle sombra pero al cual el cronopio no puede reconocer ni cuando se planta frente a su nariz, y vale también el fama que sabe que ha nacido sólo para que se complete la ecuación vital del cronopio. Este último fama da tristeza, porque sólo es fama por una circunstancia: la suerte. Cualquier día se levanta de una pesadilla y se halla esperanza.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Adiós al Caballero de la Tabla Redonda

La noticia de la muerte de Manuel Caballero me entristece. Tuve la suerte de conocerlo y de compartir con él su profundo amor por su país y por el pensamiento. Era él un intelectual cabal. Pensar, una actividad hoy rara y necesaria, fue su vida y su aporte al país ; de ello dan testimonio libros suyos como El orgullo de leer así como Polémicas y otras formas de escritura, para solo nombrar algunos recientes. Sin duda, su cercanía me impelió a ser una mejor profesional. Lo recordaré como uno de los artistas de la Tabla Redonda, un grupo de intelectuales como hubo pocos en Venezuela –entre los que estaban Rafael Cadenas, Jacobo Borges, Jesús Sanoja Hernández y Darío Lancini—, los cuales en su revista homónima de 1959 declaraban que su “preocupación central no era la de tomar el poder, sino la de tomar la palabra”. He allí el trabajo del intelectual real: tomar la palabra cuando todos los demás actores de la sociedad están desesperados por tomar el poder.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Granta y sus 22


Acabo de terminar de leer la número once de la revista Granta. La publicación alberga la selección de los 22 elegidos como The best of young spanish novelists. Me refiero a ellos, así, en inglés porque según los editores de la versión en castellano de tan prestigiosa revista inglesa, el criterio que primó en la selección de los 22 “bests” fue doblemente anglosajona: la consideración de autores con un estilo único, capaz de zarandear el canon literario norteamericano, uniformado por la proliferación de talleres a lo Bukowski que se imitan los unos a los otros y el convencimiento de que todos los autores que allí se consignan continuarán con el oficio de escribir, por lo menos, en los próximos diez años con proyección mundial. Enhorabuena por la revista, porque ha sido un esfuerzo titánico y eso hay que aplaudirlo. Ahora, yo soy lectora y aquí voy a hablar como lectora. En más o menos una decena de textos me aburrí olímpicamente.

(Por cierto: estoy muy agradecida a los escritores que tuvieron el buen tino de mandar relatos cortos como unidades semánticas con principio y fin. No dejaron, a sus lectores pululando por la estratósfera de anécdotas mochas, como los que mandaron fragmentos de novelas. De hecho, fue en estos fragmentos en donde más me aburrí y sólo me atrevería a comprar la mitad de las que leí en la selección. Tenemos que dejar de escribir para otros escritores o para los críticos, vamos a escribir para los lectores que todos tenemos dentro).

No quiero adelantar mucho de mis opiniones porque quiero dedicarme con seriedad a desenmarañar el sentimiento y la reflexión –en la crítica me gusta detenerme en estas dos maneras de reaccionar ante lo literario—que cada partícula de la antología genera en mí. Pero no quiero terminar esta reflexión sin señalar que como se supone que estas dos decenas de personas van a marcar la pauta narrativa de la próxima década, vale la pena que todos echemos una repasada en cómo cada uno de los “bests” observa el mundo que a todos nos toca vivir. Parece y me requetejuran que es el Fondo de cultura Económica de México el que está distribuyendo en Latinoamérica esta revista. Acercarse a Plaza Venezuela no cuesta anda, ¿no? Ojalá ya esté allí.

martes, 7 de diciembre de 2010

Jon Lee y los helicópteros.

Salí de la X Conferencia de la Fundación para la Cultura Urbana, ahora organizada por la Sociedad de sus Amigos, con la sensación de que si yo no tenía un helicóptero no era nadie. Parece que en el año 2001 algún arquitecto hiperbólico le dijo a Jon Lee Anderson –el encargado de dar la conferencia este año– que estaba de moda construir helipuertos en los techos de las casas y los edificios. ¿De moda? Pero eso ¿qué quiere decir? ¿Cuántas personas tiene helipuertos en sus casas?

Esa declaración del periodista norteamericano me llevó a revisar el perfil que se publicó el 10 de septiembre de 2001 en The New Yorker y que ahora puede leerse en El dictador, los demonios y otras crónicas (Anagrama, 2009). Y, entre mis (enardecidas) notas debo notar una alguna escena en la que reproduce líneas de una conversación con “un destacado financiero de intachable ascendencia ibérica” sobre “el mono Chávez” en la que el periodista estadounidense se refería a la esclava negra que les servía el almuerzo. Me da la impresión de que luego de esos dos meses que estuvo acá hace nueve años, Lee Anderson se fue del país pensando que aquí nos dividíamos entre pobres y ricos. Sin matices ni medias tintas. O tienes un helicóptero en tu techo y odias a Chávez o eres pardo y marginal y adoras a Chávez. ¡Qué bueno ser extranjero para ver las cosas tan claras!

lunes, 6 de diciembre de 2010

Blanco nocturno

Ricardo Piglia ha vuelto sorprenderme. Blanco nocturno (Anagrama, 2010), a pesar de que es una novela escrita en el género policial que yo detesto, me dejó fría.

Como pretendo hacer un análisis extenso de esta novela próximamente no quiero adelantar mucho. Basta con decir que se desarrolla después de la muerte del puertoriqueño separatista Tony Durán en los años setenta en un pueblo minúsculo de la provincia de Buenos Aires. Peor no es la historia del murto, ni de Corce, el policía que intenta resolver el crimen, ni de Emilio Renzi, el periodista que se involucra demasiado con la noticia.

Tampoco es la historia de las eróticas gemelas belladona ni de su padre, que es el dueño de medio pueblo. Es la historia de la monomanía que perdió a Luca Belladona y de los hombres que se aprovecharon de su circunstancia. Piglia describe a Luca como un hombre que “tenía un extraordinario concepto de sí mismo y de su propia integridad y la vida lo puso a prueba y al final –cuando logró lo que quería—falló. Tal vez el fallo –la grieta— ya estaba allí y se actualizó porque él era incapaz de vivir con el recuerdo de su debilidad”. Un personaje trágico en una Argentina que se zambullía en uno de sus más grandes horrores.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Biblioteca de Babel

La FIL es una gran Biblioteca de Babel, como la soñó Borges en su época. Cierto es que hay mucho libro comercial y también literatura comercial, los llamados best Sellers, que aquí como en España son de tipo histórico –y el vampirito ocasional, claro—. Pero es que la magia de este encuentro es, que a pesar de todo eso, hay literatura de verdad y hay apuestas editoriales que me mantienen en ascuas esperando cuáles serán sus nuevos títulos; entre ellas las mexicanas Sexto Piso y Almadía y la madrileña Páginas de Espuma. Hay muchas otras, pero las que a mí me gustan son esas y ahora tengo el cuarto de hotel tapizado de sus libros, además de aquellos que embutieron las trasnacionales en mi bolso.

martes, 30 de noviembre de 2010

Soñar y escribir

Anoche soñé que escribía. Era la historia de una mujer que quería ser una idea y se enamoraba de un escritor. No se todavía para dónde va el relato pero soñé que lo escribía y que me veía a mí misma escribiéndola. Sentí que no había ninguna otra cosa que quisiera estar haciendo en ése momento. Escribir que escribía, mirar a la mujer que se quiere hacer una idea en la mente del hombre. Yo misma sentí que me convertía en una idea o en un escritor.

lunes, 29 de noviembre de 2010

El multicultural Le Clézio

Jean-Marie Gustave Le Clézio abrió ayer (28 de noviembre) el Salón Literario de la FIL Guadalajara y apostó por la multiculturalidad, dijo que era la única manera de construir sociedades verdaderamente equitativas.

"Me interesa mezclar las influencias de todas partes, por eso soy un gran defensor del plagio. Yo quiero escribir un libro que se llame: En defensa del plagio", dijo el autor galardonado con el Premio Nobel de Literatura 2008, a quien una sencillez sin parangón se le nota hasta en la manera de pararse con los ojos mirando el suelo.
Le Clézio habló de lo postcolonial como la herida de buena parte del mundo y de la necesidad de que las culturas se consideren iguales entre ellas para construir una utopía (posible) de un mundo mejor.

Puro cuento

Me gustan los cuentos, leerlos, escribirlos y echarlos. Desde que comencé a leer me llamaron la atención por ser unidades de significado que, cuando son muy buenos, plantan los postulados de cada anécdota como reflexiones urgentes en la mente del lector y cuando son muy malos, evidencian el alivio que causan los finales. Hoy en día los pienso como una paradoja entre el perímetro y la vastedad, como un espacio lleno de fronteras pero que contiene los ingredientes de la universalidad. Me gustan los cuentos, leerlos, escribirlos y echarlos…

jueves, 25 de noviembre de 2010

La palabra “faramallería”

Me encanta el ese neologismo. Disfruto su sonido, todas sus sílabas, el uso del acento casi al terminarse, la elle—que aunque ya no es parte del alfabeto produce una eufonía tan particular que ninguna ortografía va a poder resolver.

Cada vez que oigo a alguien decir “fa-ra-ma-lle-ría”, me transporto a mi niñez. Estoy segura de que eso se debe a que cuando oí esa palabra por primera vez, yo era pequeña. También se bien que se la oí decir por primera vez a papá porque esa palabra es típica de él. No solo es sonora, sino rimbombante –otra palabra típica de mi papá—. Hasta me parece oírlo decir: “Deja la faramllería, chica”.

Pero ¿es que hay una acotación más paternalmente venezolana como ésa?

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Internet

Luego de años intentando acostumbrarme a esta herramienta, con la que se supone que crecí, me doy cuenta de que no existe manera de aprender a usarla. Ella siempre hace lo que le da la gana, es peor que un ser humano. Si quiera con los hombres uno puede esperar que la arbitrariedad sea una reacción a algo que uno les hiciera antes, pero como se supone que las máquinas no piensan en el caso de la fulana Internet es poco, muy poco lo que uno puede hacer. Así que si no le da la gana de abrirte la página, allí te quedaste, frustrada por el resto del día. ¿Quién dijo que esto es progreso, vale?

martes, 23 de noviembre de 2010

El síndrome Ifigenia

Y con el nombre de mujer me refiero al libro escrito por Teresa de la Parra hace poco menos de un siglo y no a la sacrificada heroína de la tragedia de Eurípides. Desde que la escritora caraqueña publicara su Diario de una señorita que escribía porque se fastidiaba –tal como reza el subtítulo de la obra— quedó en evidencia que las mujeres venezolanas se aburren. De la época de la dictadura de Juan Vicente Gómez queda muy poco, por no decir nada, excepto por ese estereotipo de mujer que se fastidia (y que fastidia a los demás) porque se la pasa escindida entre el hombre heroico de sus sueños, que mejor le pega a sus ímpetus grandilocuentes, y el políticamente correcto con el cual se siente obligada a formar una familia. Si la literatura venezolana, que es el territorio de la experimentación, redunda en personajes femeninos frustrados ante su incapacidad de cumplir sus sueños, ¿qué para la vida real? ¿Será por eso que tantas se casan y se divorcian, porque no pueden reconciliar a un hombre con el otro? ¿Porque, ultimadamente, se fastidian?

domingo, 21 de noviembre de 2010

Ansiedad

Se dice más fácil de lo que se hace. “Voy a escribir todos los días”, pensé entonces. Y el pensamiento fue sincero. Como la vez que compré un Journal de piel roja para llevar un diario. “Voy a escribir, aquí en mi diario de piel roja, todas las noches” pensé entonces. Una, dos entradas y el resto una profusión de garabatos. El diario de piel roja lo compré en 2006. Hoy, por fin, le quedan 10 páginas para terminar, pero sólo hay dos que tienen fechas. ¿Puede uno decidir, de un momento a otro que va a cambiar toda su rutina para incluir apenas unos 15 o 20 minutos de escritura al día? Claro que yo escribo más de 20 minutos todos los días. Pero escribo sobre los triunfos de los demás. ¿Cuándo podré poner las fechas juntas, una detrás de la otra y comenzar a construir triunfos que sean míos?

Dice el RAE que la ansiedad es una “angustia que suele acompañar a muchas enfermedades, en particular a ciertas neurosis, y que no permite sosiego a los enfermos”, ¿puede uno enfermarse de falta de tiempo para uno mismo?

jueves, 18 de noviembre de 2010

Tía Coneja

Al despertarme aquella mañana no las sentí. Caminé como autómata hasta la poceta y luego de terminar lo mío abrí la llave del lavamanos. Entonces, levanté la cabeza y las miré en el espejo.

Dos grandes y peludas orejas de… coneja.

“¿Qué broma es ésta?”, me pregunté. Debajo de las dos grandes orejas de corto pelo marrón, del mismo color de mi cabellera, las cejas se me arqueaban y los ojos se redondeaban cada vez más en un psicodélico espiral que parecía no tener fin.

“¿Por qué me ocurre esto?”, lloriquee. Yo era buena, a mí que me querían todos. Siempre estaba lista para echar vaina, para agradar, para conseguir lo mejor de lo que la vida ofrecía. En un país de mierda como éste donde cada vez hay menos estructura y donde cada institución es un vacío contundente, ¿qué más le queda a uno sino hacerse la liebre?

“¿Y ahora qué hago?”, me cuestioné, por fin, recordando que en Venezuela todos tenemos algo de conejos.

martes, 3 de agosto de 2010

Happy Birthday, Mr. Baldwin


James Baldwin, nacido el 2 de agosto de 1924 fue uno de los más conocidos precursores del movimiento de derechos civiles en Estados Unidos. Una cita del autor de clásicos contra el racismo como Another country (1962), Tell Me How Long the Train's Been Gone (1968) e If Beale Street Could Talk (1974): “Por encima del talento están los valores comunes: disciplina, amor, buena suerte, pero, sobre todo, tenacidad”. Y esat es mi favorita: “No puede cambiarse todo aquello a lo que te enfrentas, pero nada puede ser cambiado hasta que te enfrentas a ello”. (Esta es mi favorita). Para los interesados, sus libros que acabo de citar pueden encontrarse traducidos al castellano por las siguientes editoriales: Otro país. Barcelona: Versal, 1984; Dime cuánto hace que el tren se fue. Barcelona: Lumen, 1974 y Blues de la calle Beale. Buenos Aires: Sudamericana, 1974.


FOTO: Portada de la rvista estadounidense, Times.

Agosto, mes de escritores

Este mes está lleno de cumpleaños de los escritores que me gustan y de otros que no son precisamente mis favoritos. Apenas esat primera semana conmeoran su natalicio Herman Melville, nacido un primero de agosto de 1819 y James Balwin, nacido el 2 de agsoto de 1924. La chilena residenciada estadounidense, Isabel Allende --que por cierto no es de mis favoritas ;)-- cumplió ayer 68 años. Para comenmemorarlo, reproduzco acá uan entrevisat que le hice hace algo más de un año para el cuerpo de Escenas de el periódico El Nacional cuando estaba por estrenarse en The Biography Cahnnel un programa sobre su vida. Espero les guste y sea una buena manera de conmemorar sus fiestas. Si puedo, esta noche hago "posts" sobre los otros dos escritores nombrados en esta nota.
MRR
file://\Documents and Settings\mroche\Escritorio\Isabel Allende.htm

miércoles, 28 de abril de 2010

El deslave revisitado

El libro de Paula Vásquez Lezama remueve los cimientos de una desgracia que los venezolanos recordamos ahora como parte de la historia antigua del país, aunque ocurriera, apenas, hace una década. El deslave de Vargas, acaecido en 1999 y en especial la manera como se resolvió (o no-e-resolvió) es una constatación de la eficiencia administrativa del gobierno que desde entonces ah estado de turno. Mas allá de lo escrito, Poder y catástrofe: Venezuela bajo la tragedia de 1999 hace una acuciosa investigación antropológica de la situación de los damnificados resultantes del desastre natural y de el uso político que la Revolución Bolivariana hizo de ellos al elevarlos a la categoría de “dignificados”, lo que según Vásquez Lezama fue una treta populista para convertirlos en propaganda política a favor del oficialismo. Es interesante también su uso de la definición de “biopolítica”, la cual toma de las investigaciones de Michel Foucault y adapta a la intervención de controles de regulación de la población en e caso de la regulación espacial de las víctimas del deslave. Entre otras reflexiones del texto, la autora critica que la asignación de viviendas nuevas a los damnificados –mismos los “dignificados” del discurso presidencial—privilegió el retorno de las poblaciones desfavorecidas a las regiones menos pobladas del territorio nacional, en atención a una vieja máxima de la cultura nacional que privilegia las bondades del campo y busca un supuesto equilibrio territorial, que se limitó apenas a la construcción de viviendas en territorios medianamente urbanizados, sin incluir las instituciones que cubrieran las necesidades básicas de la población –incluyendo alimento y salud.
La catástrofe de Vargas, concluye el lector de lo escrito por Vásquez Lezama, es un microcosmos de las políticas del chavismo y de su verdadera manera de concebir al soberano.

lunes, 5 de abril de 2010

La belleza de los peces


Algún día voy a escribir, por fin, ese ensayo sobre la belleza y le voy a poner como epígrafe una cita de Pedro Enríque Rodríguez: “Algunas personas no son bellas, son versiones de la belleza”. No sólo porque me parece una frase que en lo sencillo y lo certero de su aseveración resume la genialidad, sino porque yo misma no estoy segura de entender qué significa la belleza.
Esto dicho –o escrito– tengo que apuntar que me enternecieron los mudos peces voladores que Rodríguez aprisiona en su segunda publicación: El silencioso vuelo de los peces (Equinoccio, 2009). Allí reúne 14 relatos cortos cuyos temas caminan entre los intricados meandros de las relaciones humanas con una elegancia poblada de evocativas imágenes sentimentales.
Me gustaría sacar copias y repartirlas entre los escritores más jóvenes, porque Rodríguez descubre allí algo espasmódico: que la unión entre la sencillez del argumento y la concreción de una imagen golpea el alma con la contundencia de la empatía. Y ¿qué más puede pedir uno del lector que su empatía?
El autor hace algo allí que a mi me ha costado la vida entender: que una historia no es sobre su argumento, sino sobre los sentimientos que despierte en quien la lee.
“Una mujer sola en la paya”, el cuento al que pertenece la cita con la que comienzo este texto, será discutido este miércoles 7 de abril en el evento Repliegues narrativos que él organiza con otros autores cuyas carreras apenas comienzan como Krina Ber, Gabriel Payares y Carlos Villarino –todos de probada solvencia en la prosa de ficción. En esa convocatoria estaré yo, sin mi grabadora pero con mi libreta, tratando de meterme en las burbujas de ciertos peces y tratando de entender cómo se logra esa alquimia contundente de la ficción sencilla.
¡Enhorabuena por los peces de bellas imágenes y por la narrativa que ya no debe replegarse!

FOTO: Mi tribu urbana (mitribuurbana.zonalibre.org/ archives/peces1.jpg)

jueves, 25 de marzo de 2010

La mujer venezolana y la vieja crítica

La perspectiva histórica, caída en desuso en muchas partes del mundo al influjo de nuevas corrientes de análisis cultural, como por ejemplo el llamado “nuevo criticismo” o new criticsm —porque nació en las universidades anglosajonas— es la metodología más común en los libros de investigación que abundan en Venezuela. Bajo la etiqueta de “ensayo histórico” proliferan en las librerías títulos que intentan desenmarañar el pasado nacional, con la esperanza de entender por qué el presente se ha vuelto inexplicable.
Me parece que la neutral perspectiva de los historiadores nacionales a veces podría verse enriquecida por los enfoques interpretativos de ciertas corrientes analíticas. La reflexión se me ocurrió leyendo Ventaneras y castas, diabólicas y honestas, un libro de Elías Pino Iturrieta recientemente reeditado por Alfa (2009), y cuya primera impresión data de 1993, cuando “tal vez fuese de las pioneras en el estudio de las mujeres a través de la historia del país”.
Quizás sea por mi propio interés académico, pero me hubiera gustado analizar los hallazgos históricos de Pino Iturrieta sobre los manuales que se usaban en el siglo XIX para confesar a señoras y doncellas con las teorías de Michel Foucault con respecto al nacimiento de la confesión como método discursivo para controlar (sin imponerse) la manera de pensar de los feligreses –no sólo en lo que tiene que ver con el rol de cada género en la sociedad sino de la idea misma sexualidad—. Si la intención de Ventaneras y castas… es analizar la historia de las mentalidades, me pregunto: ¿qué orden de discurso creó la perorata de la Iglesia Católica (ya desde entonces) desfasada de su época? ¿Cómo influyó esta en a idea que la mujer tenía de sí misma? Y, principalmente, ¿Qué mecanismos mentales permitían que las mujeres apoyaran y difundieran las ideas que las mantenían a ellas mismas casi como presas dentro de sus propias casas?
Lo anoto de un lado en la libreta para cuando tenga tiempo de hacer el análisis correspondiente. Nada de malo en la perspectiva histórica, lo contrario, esta es la base para reflexiones posteriores que, quizás, arrojen conclusiones inesperadas.