Salí de la X Conferencia de la Fundación para la Cultura Urbana, ahora organizada por la Sociedad de sus Amigos, con la sensación de que si yo no tenía un helicóptero no era nadie. Parece que en el año 2001 algún arquitecto hiperbólico le dijo a Jon Lee Anderson –el encargado de dar la conferencia este año– que estaba de moda construir helipuertos en los techos de las casas y los edificios. ¿De moda? Pero eso ¿qué quiere decir? ¿Cuántas personas tiene helipuertos en sus casas?
Esa declaración del periodista norteamericano me llevó a revisar el perfil que se publicó el 10 de septiembre de 2001 en The New Yorker y que ahora puede leerse en El dictador, los demonios y otras crónicas (Anagrama, 2009). Y, entre mis (enardecidas) notas debo notar una alguna escena en la que reproduce líneas de una conversación con “un destacado financiero de intachable ascendencia ibérica” sobre “el mono Chávez” en la que el periodista estadounidense se refería a la esclava negra que les servía el almuerzo. Me da la impresión de que luego de esos dos meses que estuvo acá hace nueve años, Lee Anderson se fue del país pensando que aquí nos dividíamos entre pobres y ricos. Sin matices ni medias tintas. O tienes un helicóptero en tu techo y odias a Chávez o eres pardo y marginal y adoras a Chávez. ¡Qué bueno ser extranjero para ver las cosas tan claras!
1 comentario:
Asì mismo es casi tocaya...y lo pero, es que dijo en algùn momento, que èl no pertenecìa al mundo de los que no ven matices...
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