Acabo de terminar de leer la número once de la revista Granta. La publicación alberga la selección de los 22 elegidos como The best of young spanish novelists. Me refiero a ellos, así, en inglés porque según los editores de la versión en castellano de tan prestigiosa revista inglesa, el criterio que primó en la selección de los 22 “bests” fue doblemente anglosajona: la consideración de autores con un estilo único, capaz de zarandear el canon literario norteamericano, uniformado por la proliferación de talleres a lo Bukowski que se imitan los unos a los otros y el convencimiento de que todos los autores que allí se consignan continuarán con el oficio de escribir, por lo menos, en los próximos diez años con proyección mundial. Enhorabuena por la revista, porque ha sido un esfuerzo titánico y eso hay que aplaudirlo. Ahora, yo soy lectora y aquí voy a hablar como lectora. En más o menos una decena de textos me aburrí olímpicamente.
(Por cierto: estoy muy agradecida a los escritores que tuvieron el buen tino de mandar relatos cortos como unidades semánticas con principio y fin. No dejaron, a sus lectores pululando por la estratósfera de anécdotas mochas, como los que mandaron fragmentos de novelas. De hecho, fue en estos fragmentos en donde más me aburrí y sólo me atrevería a comprar la mitad de las que leí en la selección. Tenemos que dejar de escribir para otros escritores o para los críticos, vamos a escribir para los lectores que todos tenemos dentro).
No quiero adelantar mucho de mis opiniones porque quiero dedicarme con seriedad a desenmarañar el sentimiento y la reflexión –en la crítica me gusta detenerme en estas dos maneras de reaccionar ante lo literario—que cada partícula de la antología genera en mí. Pero no quiero terminar esta reflexión sin señalar que como se supone que estas dos decenas de personas van a marcar la pauta narrativa de la próxima década, vale la pena que todos echemos una repasada en cómo cada uno de los “bests” observa el mundo que a todos nos toca vivir. Parece y me requetejuran que es el Fondo de cultura Económica de México el que está distribuyendo en Latinoamérica esta revista. Acercarse a Plaza Venezuela no cuesta anda, ¿no? Ojalá ya esté allí.
1 comentario:
qué ganas de leer tus comentarios a esta antología, pues!
saludos!
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