Y con el nombre de mujer me refiero al libro escrito por Teresa de la Parra hace poco menos de un siglo y no a la sacrificada heroína de la tragedia de Eurípides. Desde que la escritora caraqueña publicara su Diario de una señorita que escribía porque se fastidiaba –tal como reza el subtítulo de la obra— quedó en evidencia que las mujeres venezolanas se aburren. De la época de la dictadura de Juan Vicente Gómez queda muy poco, por no decir nada, excepto por ese estereotipo de mujer que se fastidia (y que fastidia a los demás) porque se la pasa escindida entre el hombre heroico de sus sueños, que mejor le pega a sus ímpetus grandilocuentes, y el políticamente correcto con el cual se siente obligada a formar una familia. Si la literatura venezolana, que es el territorio de la experimentación, redunda en personajes femeninos frustrados ante su incapacidad de cumplir sus sueños, ¿qué para la vida real? ¿Será por eso que tantas se casan y se divorcian, porque no pueden reconciliar a un hombre con el otro? ¿Porque, ultimadamente, se fastidian?
1 comentario:
Se puede morir de ansiedad, pero no sé que es peor, morir de eso o de fastidio y aunque dicen algunos entendidos que el fastidio y la ansiedad van ligadas de la mano o tal vez son hijas del mismo afecto pienso que son antagónicas al menos en el caso del ansioso que no termina de descubrir que las 24 horas de mañana también son parte del tiempo, que inexorables llegara llevándonos de ida y vuelta a la tierra del mítico Ulises.
Saludos corredora..!
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