jueves, 21 de agosto de 2014

Vestir y desvestir


Lo crucial en la femme fatale es que su calidad de víctima de las expectativas que los demás construyen sobre ella. Como una tábula rasa, su sexualidad es la pantalla sobre la que los hombres proyectan sus aprehensiones y, como un sol negro, su representación es el lugar donde se actúan las fobias de la misma sociedad falocéntrica que la creó. La femme fatale, entonces, no existe, es apenas una proyección de miedos a las que hemos vestido y desvestido a placer.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La "femme fatale" es en la mayoría de los casos la "histerique eternelle", incapaz de ser feliz, y también de dar satisfacción real.
A. Torres De Witt

Michelle Roche Rodriguez dijo...

La denominación "histérica" ya casi no se usa en psicología. No acostumbro a explicar mis posts, pero acá va: no es que la femme fatale no pueda ser feliz o no pueda hacer feliz a otro, es que la femme fatale no existe. Existe e la cabeza del hombre, como imagen irreal, como una proyección de sus deseos, que justamente al articularse como deseos nunca pueden ser satisfechos. Asegurar que una mujer no puede ser feliz y que no puede dar satisfacción real por ser una femme fatale me parece un poco misógino.

Anónimo dijo...

Gracias por la respuesta. Acepto la versión de que la "femme fatale" es más una proyección de los deseos masculinos, existente más en el celuloide que en la realidad. Aplico las definiciones de "femme fatale" e "histerique eternelle" -en la vida cotidiana- a las seductoras compulsivas que en versión masculina son el "Don Juan" (de Tirso de Molina, Byron o Zorrilla). Están obligadas/os a seducir y al mismo tiempo, condenadas/os a no tener satisfacción profunda o duradera. Que el DSM-III (1980) haya dejado de usar el término "histeria" no quiere decir que el trastorno (sufrido tanto por mujeres como por hombres) haya desaparecido, simplemente cambió de nombre. A. Torres De Witt