lunes, 3 de agosto de 2009

Homenaje a Brick Pollit



A veces parece que Tenessee Williams fuera criollo. Que sus personajes los sacara del Country Club y no de las estepas sureñas de Estados Unidos. Que escribiera en español y no en inglés. Que fuera del siglo XXI y no del XX.
Debe ser por la forma que tiene Williams de relatar también cosas de por estos lados que yo conseguí a uno de sus personajes saltando, como ajeno al mundo, sobre un tejado caliente. Drunk and queer,¡Qué bolas, en Caracas!.
Era extraño, no sólo por ser un personaje Brick Pollit.
No era rara su borrachera ni su tristona manera de decir verdades que él mismo no entendía bajo el estupor del alcohol que le hacía click en la cabeza; tampoco la forma egocéntrica de ver al mundo como atravesado por su moral ¿moral, Brick Pollit ? ¡Habráse visto! pues queer or gay pertenece a la sociedad venezolana que lo parió. Lo que me pareció insólito, lo que levantaba un innegable tufo de sospecha era su manera de ser vulgarmente miope, ciego hasta el paroxismo de no reconocerse a sí mismo como Brick Pollit, cuando está frente a todos lo obvio: que sólo le hace falta Elizabeth Taylor, ronroneándole en la cama.
Por eso este Brick Pollit, un poco criollo y otro gringo, anda por las calles repitiendo lugares comunes y escribiendo sandeces, sin darse cuenta que él mismo es un personaje que no ha podido crearse, porque no quiere entenderse.
Concebirse a uno mismo, no lo sabe el pobre Brick maldito, es una bendición que sólo llega luego del ejercicio constante de tomar decisiones.
Y Brick Pollit, drunk and queer, no sabe cómo ver lo que está a simple vista para todos los demás personajes que se mueven sobre las tablas del teatro que apenas atinamos a llamar vida. No sabe cómo asumir esa personalidad que le han impuesto y que él abraza de manera inequívoca, pero que no puede aceptar, porque, presumo, le da vergüenza. ¿Cómo puede uno resignarse a ser algo vacío, hueco, como hecho de… celofán?
Y aquellos que sienten vergüenza de sí mismos sólo pueden inspirar lástima. Por eso yo no puedo más que sentir conmiseración por este hombre-personaje sin ser nada ni personaje ni hombre ni Brick ni gay ni queer ni tener a una Taylor un pobre diablo que no se ha visto en un espejo. Uno que no ha podido ver su cara de Brick Pollit, su voz de Brick Pollit, su sexo (¿y será que tiene sexo?) de Brick Pollit.
Tanta lástima me inspira la manera de ser poca cosa de Brick Pollit que me provoca tranquilizarlo.
No te preocupes, querido, anda tranquilo porque sólo fui yo quien supo ver a través de tu piel recuerda que “mendacity is a system that we live in” y nadie sabrá reconocerte, drunk and queer, en una sociedad donde todos pasamos la vida viéndonos el ombligo. Estás a salvo, Brick, a salvo mientras no tomes una sola decisión por el resto de tu vida, para que no tengas que aprender a vivir con ninguna de ellas, todos los días que te queden de existencia: Cada quien, cariño, escoge su infelicidad.

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