Yo pensaba que los mal-intensos eran hechura de mi generacióny que las tribus de autodenominados intelectuales que abundan hoy por los bautizos y congregaciones de artistas (y curdas) eran exclusividad de una Venezuela empobrecida donde la gente cada vez lee menos y lo único que a muchos queda es resignarse a la pose de eruditos. Pero me cuentan que cuando Jorge Luis Borges visitó Venezuela, a sus 82 años se consiguió con un malintenso particular. estaba firmando libros en la librería Lectura del Centro Comercial Chacaíto y se le apareció uno que venía vestido de blanco y turbante. Lo enfrentó con un tomo de sus Obras Completas. Casi sin verlo, Borges estampó una rúbrica que era sólo su apellido, como era su costumbre y el otro, profundísimo, le espetó:
– Dígame maestro, ¿Qué sentido metafísico tiene su firma?
Borges se tomó su tiempo:
– Mijo, pero qué sentido metafísico va a tener. Soy ciego y hago lo que puedo, le contestó el autor argentino levantando la cabeza del volumen.
1 comentario:
Jajaja. A mí me contaron otros episodios de esa visita. Algunos tan peculiares que me saben a embuste, pero no importa si es ficción, y si alguien lo sabe que no me lo diga.
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