Estaba vivo como sólo pueden estarlo los animales salvajes. Ella lo sabía y no le importaba. Pero él quería mantenerla como su redención, sin ensuciarla con su pasado. Y lo peor, pensó en aquel momento, es que hace muchos años esta manera de existir había dejado de molestarle. Lo único que le importaba a estas alturas era conseguir una manera de redimir sus pecados y por eso, la mujer no podía abandonarlo.
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