No le gusta verlo pasar así, silencioso y meditabundo. Cosida sobre la cara lleva esa expresión que a ella le crispa la rabia. Pasa y ni siquiera repara en que ella esta allí, tejiendo. Lo mira callada. Él ni siquiera la mira silencioso. Ella lo conoce y esa no mirada le basta para saber que algo pasó. Sabe también que fue él mismo quien causó el daño. Pero esta vez hay algo distinto. Y piensa que con todo lo bien que lo conoce, ella misma nunca ha sabido lo que duele su maldad.
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